jueves, 2 de diciembre de 2010

LLUVIA Y TRISTEZA


¿Le gustaban los días lluviosos porque eran melancólicos y tristes?
Creo que la verdad es que le gustaban porque ella era tan dramática como lo son los fenómenos atmosféricos, irracionales, irremediables y a veces catastróficos. Su alma pertenecía al siglo XIX, tan agitado, tan sublime y a la vez tan gris y frío.
Le gustaba el otoño porque durante esos días podía justificar su melancolía. A todo el mundo le pone triste la lluvia, el frío, la oscuridad, pero ella estaba triste siempre, aunque los demás jamás pudieran ver su tristeza.
Ella agradecía que la gran mayoría de las personas no sea capaz de ver mas allá de la superficie. Así podía sonreír y ser feliz a los ojos de los demás sin necesidad de soportar la intromisión indeseada en su tristeza.
En su risa había tanta amargura que chirriaba, pero ningún oído quería escuchar...Y ahora llovía y se podía quedar en casa, hundida en el sofá con la mirada perdida entre los tejados por los que resbalaba el agua y bajaba hasta la calle haciendo charcos, de la misma manera que sentía su angustia resbalar por su garganta hasta llegar al estómago y anegarlo todo. Y además estaba permitido hacerlo, era legítimo, nadie se preocuparía, porque cuando llueve hay una verdad que nadie cuestiona: la lluvia nos pone tristes.
Y nadie pregunta por qué...

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