martes, 29 de diciembre de 2009

UN CUENTO DE DESAMOR EN NAVIDAD


Os quiero regalar esta Navidad un cuento que escribió un amigo para el amor de su vida.

Gracias Iván.

Espero que os guste tanto como me gustó a mi:

"-¡Hola!- te digo a tí; sí, la persona que está leyendo esta carta; tú, mi amigo querido, mi amigo de siempre, mi único amigo; siéntate y lee. Seré breve, no te preocupes, esta historia esta todavía sin terminar y es sólo una pequeña porción más o menos ajustada sobre lo que invade mi corazón.

Amigo mío, mi fiel amigo, te voy a contar la historia de un viaje que empieza a prepararse hace más de…, en fin no sabría decirte exactamente, pero que realmente comenzó aquel día en el que me dieron el primer beso; sí, este viaje es mi pasaje por el amor, eso que todo el mundo dice que es tan difícil de explicar y que sólo se llega a conocer lo que verdaderamente es cuando llega a tu existencia.

Curiosa es la vida. El día en el que empieza ese viaje con delicadeza y candidez, con alboroto y pasión, las palabras no existen, la mirada sí. Es todo tan mágico. No sabemos apreciar este momento y sólo cuando se acerca el final del trayecto, en verdad, anhelamos regresar a esa ternura, ya olvidada, del principio. Me gustaría expresar en este pequeño fragmento, mi amigo, algo más que simples divagaciones pues estaremos poco tiempo juntos y quiero contarte tantas cosas; por eso es tan importante para mí el significado de lo que quiero escribirte en estas líneas.

Hace tiempo me dí cuenta de la complejidad de la vida y, lo imposible que resulta medir lo que el alma humana puede sentir, me sabrías decir amigo mío,-¿cuándo se pierde el sentido y toda razón?-. Yo por desgracia, te podría decir el momento en el que perdí toda sensatez y cordura y, creo, que no sé si algún día las recobraré y, si las recobro, sé que no volverá a ser la que era. Sin ella nada tiene sentido.

Todo empieza cuando un día de noviembre, al que unos llaman el “dulce mes”, y otros el “triste y melancólico otoño”, en un día, en ese día de claros y oscuros, encontré lo que para mí ha sido la aventura más apasionante que jamás haya vivido hasta el día de hoy y por lo que he perdido toda cordura. Qué difícil es decir cómo es el amor en cada persona o el tipo de amor que se puede profesar a alguien. Todas las relaciones en esta vida son distintas, pero todas aquellas basadas en el amor, ya sea el que se tiene a un hermano, a unos padres, a un novio, novia, el amor a un amigo del alma, a un amigo de fechorías o, incluso, me atrevería a decir, el amor a aquellas personas que no quieren nada bueno para uno mismo, en todas ellas hay sentimientos y emoción. Pero dejando aparte todas estas reflexiones tan metafísicas, dentro de esta pequeña carta empezaré a relatarte cómo perdí todo sentido en este viaje que, por el momento, nadie sabe decirme cómo continuará.

Qué difícil es decir la primera palabra, una vez dicha hay que decir otras cuantas y, te ves parado delante de una persona que no conoces en absoluto, pero que según vas entrando en ella, ves algo que jamás habías visto antes, -¿verdad?, y ¡qué cómodo te sientes al pasar las horas como minutos!-. Yo me quedé cegado de lo que estaba viendo, casi al instante, y unos pocos días después, todo empezó a llevar un rumbo que no lo marcaba nadie, se marcaba sólo sin ayuda de marino ni de timonel. Alguna vez, mi amigo, -¿te has sentido perdido?-. Pues yo, con este barco, siempre encontraba puerto y nunca naufragaba por mucho que rugiera el mar y azotase la tempestad. En sus brazos encontraba la calma. -¿Te has preguntado también, alguna vez, amigo, si alguna vez has estado enamorado de verdad, es decir, te has sentido capaz de hasta mover montañas por alguien?-. Te diré que, si no sabes si has estado enamorado, es que no has estado enamorado. Te digo todo esto porque por mucho que me esfuerce en escribir con todo el sentido y el alma, todo lo que siento al perder a la compañera más importante de mi viaje, jamás habrá suficiente tinta ni plumas para expresar el momento en el que sabes que has encontrado a la mujer de tu vida pero, irremediablemente, el mar te aparta de compartir viaje juntos.

Creías que este fragmento no sería alegre, pues perdona que te diga, mi amigo del alma, que lo es y, si al comienzo de éste te llamé amigo mío fue porque compartiendo la pena que envenena mi alma comparto algo más que palabras.

Deseándote, como buen amigo que eres, que no escribas tu viaje como me veo yo obligado, sino que vivas la travesía sin dejar que la mar se lleve tu cordura y tu sensatez, me despido de tí. Ya te digo que no es fácil recuperarse cuando se ha amado con tanta intensidad y se pierde todo sentido. Al igual que se lleva el mar al marinero, -¡qué difícil es maniobrar mi barco sin ella!-, mas yo aquí perdido. Dios quiera que esté en una playa cercana y me la devuelva pronto, porque sé que mi viaje no es posible sin ella.

Amigo te tengo que abandonar para seguir escribiendo y embotellando mi alma, a ver si ella lee mi mensaje.

Tu amigo, el naufrago."


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