Virgínia es el centro de una bella leyenda.
La de un pueblo que defiende su honor frente al abuso de los poderosos.
Corría el año 449 antes de Cristo cuando vivía en Roma Virgínia, una joven plebeya, hija de Virginio, centurión del ejército romano, y prometida de Lucio Icilio, antiguo tribuno de la plebe.
Era Virgínia de una belleza fuera de lo común, por lo que se encaprichó de ella un magistrado de más alto nivel, el decemviro Apio Claudio, quien no pudiendo obtenerla por su voluntad, quiso hacerlo contra la voluntad de la joven.
Recurrió a la aplicación estricta de la legalidad vigente, en virtud de la cual, siendo Virgínia hija de una esclava de Marco Claudio, cliente de Apio Claudio, era propiedad de Marco, por lo que éste podía vendérsela a quien quisiera o disponer de ella como deseara. En efecto, presentado el asunto ante el tribunal, éste no pudo por menos que reconocer la propiedad de Marco Claudio sobre Virgínia. Era la ley. El padre, que no estaba dispuesto a consentir semejante afrenta para con su hija, le hundió la espada en el pecho, quedando muerta allí mismo. Fue tal la indignación y la consternación de la plebe, que se sublevaron contra los decemviros y exigieron su destitución, retirándose entretanto al monte Aventino. Exigieron además que se modificara la ley que permitía estas barbaridades.
2 comentarios:
A mí que me perdonen si parezco poco romántico, pero ya podría el padre haber preguntado a Virginia si le parecía bien que le clavara la espada. A lo mejor (y digo que a lo mejor), la respuesta le hubiera sorprendido un poco.
Como dice Obélix: "Están locos estos romanos" ;)
jajajajajajajajajaja
creo que los romanos no tenian nada de romanticos y mucho menos de respetuosos con las opiniones femeninas...la historia es: o eres de tu marido, de tu amo o de tu padre, pero nunca eres tú por ti misma...tristemente eso ha sido así hasta hace muy poco tiempo y me duele en el alma pensar que aun quedan resquicios de eso...
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