Berenice, 1835
Traigo hoy este fragmento de "Berenice", uno de los relatos de Edgar Allan Poe porque me parece una síntesis perfecta de la identificación de los sentimientos con la naturaleza, con el mundo que rodea alos personajes, como influyen el uno en el otro y se convierten en uno solo.
Célebre como pocos escritores norteamericanos, Edgar Allan Poe, ofrece a sus lectores una literatura que indaga diversos caminos.
La suerte quiso que habitara un tiempo donde el conflicto entre la racionalidad y la irracionalidad tuvo un combate memorable. El siglo XIX fue el siglo de la hegemonía del positivismo; el método hipotético-deductivo se convirtió en la norma valedera para hacer ciencia. La razón, compañera infatigable del avance de la sociedad, sería el valor supremo para el progreso. Sin embargo, también es el siglo XIX el momento en que el arrebato romántico sacude los ámbitos artísticos del mundo. El Romanticismo postulará una sensibilidad nerviosa, exaltada, como arma capaz de conocer, como instrumento eficaz para acceder al Todo.
No se puede negar que este conflicto está presente en la literatura de Poe. Influido por los rasgos modernos de su tiempo: el poder de la burguesía, el surgimiento de la ciudad moderna, el apogeo de la prensa de sucesos, la institucionalización de la policía... Edgar Allan Poe gestará el relato policial clásico imprimiéndole sus características mas típicas. Poe supo dar a sus relatos las dos vertientes del siglo XIX que antes hemos explicado, por un lado la utilización de la lógica como única herramienta para desentrañar los enigmas mas abstrusos y por otro lado la exaltación de los sentidos como estimulante de la imaginación.
Este memorable escritor creó fervorosas fantasías donde impera lo irracional y lo tangible es percibido como "el resplandor de un sueño de opio, una visión etérea y elevadora del espíritu" y a la vez complejas elucubraciones de una mente analítica.
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