Creo que el señor Freud tendría mucho que decir al respecto pero la verdad es que me siento tan bien leyendo las aventuras del joven mago y sus amigos que poco me importa lo demás.
Muchas veces he pensado que nací demasiado pronto y no pude disfrutar de Harry durante mi infancia, hubiera sido genial ¡mi locura lectora se habría desbordado y habría vuelto locos a mis padres! Si ya con 7 años era feliz con un libro en las manos si hubiera tenido a Harry habría sido increíble. Pero así han sido las cosas, y descubrí al mago inglés durante mis años de universidad. Creo que tenía 20 años cuando el primero de sus libros cayó en mis manos y ya no pude parar...y lo malo fue que los que estaban a mi alrededor se contagiaron de mi emoción desbordante y se apoderó de la familia la epidemia por el mundo mágico. Nos peleábamos por leer primero los libros y los robábamos de las mesitas de noche cuando los otros se distraían.
No se porque leo y releo hasta la saciedad los mismo libros lo que si se es que cuando los abro voy directa a Hogwarts, me pongo mi túnica negra y cojo mi caldero y mi escoba y me lanzo a la aventura de la vida cotidiana en el colegio mágico y en los ajetreos que supone siempre luchar contra el mal...
Quizás sea porque a pesar de ser libros para niños su narración es sencilla y directa pero no boba y sosa. O quizá me guste porque la dificultad de los argumentos y el lenguaje va aumentando a la vez que los lectores van creciendo y madurando...
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