miércoles, 13 de abril de 2011

SEVILLA EN VÍSPERAS

¡Semana Santa ya! Cada año parece igual pero nunca lo es. No se bien de que depende pero a pesar de todo cada año es diferente. Quizás lo que cambie no es lo que nos rodea sino que nosotros no somos los mismos Semana Santa tras Semana Santa y es por eso por lo que cada año es irrepetible.
He aprendido muchas cosas de la Semana Santa, de Sevilla y de su gente, una de ellas es que no podemos estar en mas de un sitio al mismo tiempo y por lo tanto es mejor disfrutar de lo que tenemos el privilegio de vivir sin pensar continuamente en lo que nos estamos perdiendo porque ¿para qué angustiarnos? Algunas veces son decisiones personales, no puedes ver salir a la Macarena y a la Esperanaza de Triana, debes decidir y asumir esa decisión, otras veces son las circunstancias las que nos obligan, quieres llegar a ver el esfuerzo de "los Caballos" subiendo la Cuesta del Rosaro pero de repente se cruza en tu camino el cortejo de Pasión que va de recogida y no puedes atravesar la calle para llegar hasta allí, quizás no es lo que querías pero si te dejas llevar seguramente descubras algo nuevo que no querrás perderte el año que viene.También estas cosas hacen que cada Semana Santa sea diferente. Esta cuaresma he vuelto a la Meditación del Cristo de la Caridad de Santa Marta, no vivía este acto íntimo desde que en 2001 fuera Iñaki Gabilondo el encargado de hablar "a solas" con el Cristo de la Caridad en un ambiente de una solemnidad total. El Templo gótico-mudejar de San Andrés en total oscuridad, solo unos hachones morados que rodean al Cristo de la Caridad y una luz que alumbra el rostro del meditador, el Cristo yacente en el suelo para poder hablar con él cara a cara, mirándolo a los ojos, un silencio sepulcral entre la multitud que se agolpa en la iglesia, un silencio sevillano del que solo los sevillanos son capaces, el enorme paso de misterio al fondo del templo, esperando que llegue el momento del traslado del Cristo para salir a susurrar por las calles de Sevilla porque los costaleros de Santa Marta no andan, susurran con los pies por los adoquines centenarios de su barrio. El paso de Santa Marta por Sevilla es tan efímero como una exhalación, su cortejo es tan dramático e impresionante que una vez que los sientes en la calle nunca hay bastante e irremediablemente vas a buscarlo a su casa para poder recrearte en su grandiosidad.
Me gusta tanto la Sevilla en Vísperas como la misma semana de pasión. Es tan curioso que una ciudad tan grande sea capaz de respirar al unísono y de transmitir en cada rincón que algo realmente especial está a punto de pasar. Cada uno de sus habitantes se prepara para vivir un año mas lo que solo una vez al año sucede y en su particular preparación convierten la ciudad en el escenario vivo de su espera y ansias. Las Visperas sevillanas son tan intensas que cuando al fin estalla el Domingo de Ramos los sentimientos están a flor de piel y la espera ya es casi insoportable...

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