A todos nos encanta hace el vago.
Eludir continuamente las obligaciones impuestas nos resulta tan placentero como hacer algo previamente prohibido.
Envidiamos al que no tiene nada por lo que preocuparse y maldecimos al que nos hace ocuparnos y al que consigue que dejemos de lado la pereza y nos pongamos a trabajar. Aunque lo hacemos de mala gana y pensando siempre en terminar para volver a disfrutar de ese deseado estado de pasividad y aletargamiento.
Cada cual lleva consigo a ese vago que pocas veces consigue esconder y que siempre decide que cosas dejaremos de lado y qué cosas abandonaremos en un rincón hasta que se cubran de polvo...
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