viernes, 11 de abril de 2008

NIÑA DE AGUA

Escribo esto con Rebekka sentada entre mis piernas, no para de moverse y de hacer ruiditos mientras se chupa los dedos. Hace tres días que llueve sin parar como el día que ella nació. Me gusta pensar que tras un seco invierno ella nos trajo el agua.
Comenzó a llover entre contracción y contracción camino del hospital y ya no paró hasta que el mundo la oyó llorar. Y desde entonces la llamo “mi niña de agua”. Llegó como agua fresca a nuestras vidas y ahora no solo la llena, la inhunda y a veces la desborda.
Todas las mujeres, valga la redundancia, recuerdan sus partos, demasiadas emociones, demasiados sentimientos, demasiadas sensaciones de todo tipo recorren el cuerpo, el alma y la mente como para olvidarlo. Esos recuerdos de cada parto conforman la memoria instintiva y ancestral que las mujeres llevamos grabada a fuego en nuestros genes. Ahora comprendo la necesidad que sienten todas las mujeres de contar su parto, de poner palabras al momento mas importante de sus vidas. Tanto se ha dicho que parece que nada nuevo se puede aportar a este tema. Solo puedo decir lo tantas veces repetido a lo largo de la historia del a humanidad: oír llorar por primera vez a mi hija fue el momento mas especial de mi vida.

1 comentario:

compañeradeviaje dijo...

¡Qué guapas las dos ! A ver si hacemos un hueco para conocernos y hablamos de todo.
Un beso a los 3