jueves, 28 de junio de 2007

QUESADA

He hablado aquí de Sevilla mas de mil veces y otras mil que hablaré porque no creo que me canse de sus historias, pero nunca os he hablado de Quesada, lugar de raíces tan profundas que se pierden en el núcleo terrestre.

Desde que nací tuve la sensación de que mi pueblo estaba lejos de todo: del bullicio, de la vanguardia, de las oportunidades, del ajetreo, de los grandes acontecimientos, de los avances e innovaciones, de la tecnología, de lo nuevo y lo moderno...

Pero ahora, que voy a ser madre, tengo la sensación de que Quesada de lo que está lejos es del mundanal ruido, de la contaminación, de la globalización y la inseguridad, del humo y las relaciones despersonalizadas, del miedo, del consumismo feroz...

En mitad de la Sierra de Cazorla está mi pueblo blanco donde la vida pasa despacio, a velocidad de óleo, sobre todo durante el largo invierno, cuando parece que el tiempo se para en mitad de las noches frías. A veces parece un milagro que esta zona no sea un desierto, es tan complicado el tiempo como su orografía. Un calor seco y árido asola el verano y te quema la piel y, sin estación de lluvias ni agua, da paso a un frío cortante que enrojece las mejillas y agrieta las manos. ¿Será la nieve la que mantiene el equilibrio y nos llena el año de bienes? Aunque realmente creo que es la fuerza y resistencia del olivo lo que hace de esta parte del mundo un lugar habitable. Es tan fiero y tan noble que se adapta como nada en el mundo lo ha hecho, es tan agradecido que con la poca agua que nos moja nos riega cada temporada y nos da la vida.

Quesada no es un lugar de paso, no están en mitad de ninguna ruta, el que lo conoce llega aquí expresamente y no por casualidad, pero por alguna razón el que viene siempre vuelve.

2 comentarios:

MoCrepusculo dijo...

Bella historia y bien contada, con el mimo de una futura mama, con el tacto de una embarazada y con el amor y sensibilidad de una persona que ama su tierra. Se te ha olvidado decir, que en tu pueblo nace, el rio Guadalquivir, ese rio por el que te dejaste llevar y encallastes en Sevilla, lugar donde cada dia las amarras, se hacen mas duras y fuertes y no te dejan avanzar rio abajo. Besos

Virlanda dijo...

Gracias por tus alagos.
Pero no se me había olvidado el detalle del Guadalquivir porque este es el primero de una serie de artículos en los que desvelaré los muchos secretos y encantos de Quesada, así que me has fastidiado la sorpresa ;-)